Si Tú lo Dices

Podemos ser parte del milagro con nuestra obediencia, a pesar de ya haber intentado muchas veces.





El problema
Este era el trabajo de Pedro, el sustento de sus compañeros. Dependía de la pesca, o sea, esto no era un hobby. De lo que él producía comía él su familia y las familias de su equipo. Pedro es conocido por ser pescador, pero a diferencia de muchas otras noches, en esta oportunidad no hay peces.

En lo que sabe hacer Pedro, en lo que es exitoso, en lo que se le ha reconocido, después de una noche de mucho esfuerzo no hay recompensa, ese es el problema.
¿Qué área estás enfrentando la noche sin pesca?

La solución

La solución la da Jesús y así como lo que Él toca lo transforma, toca una barca vacía y la vuelve una tarima, un púlpito impresionante. La noche sin pesca, cuando él interviene se vuelve algo milagroso.
Pero Jesús no hace un milagro haciendo algo estrambótico, algo como sobrenatural en el sentido en el que dijo una cosa y de repente apareció un fuego, se abrió el cielo apareció una cosa, sino que el milagro ocurre haciendo lo mismo que venían haciendo los discípulos. La diferencia es que cuando Jesús interviene se da el milagro.

A veces hacemos las cosas en piloto automático sabemos que sí hacemos tal cosa recibimos la recompensa, pero a veces lo hacemos tan en piloto automático que se nos olvida que la pesca milagrosa viene por la presencia de Dios. Entonces es imposible que veamos frutos si la presencia de Dios no está. La diferencia entre la noche que Pedro acaba de insistir tratando de pescar y lo que ocurre cuando se da la pesca milagrosa, no es algo más sino que Jesús interviene.

Lucas registra el diálogo de Pedro con Jesús. Le dice “necesito que lo hagas de nuevo”, pero Pedro se siente cómodo en decir “Señor lo que pasa es que lo intentamos toda la noche y no ha funcionado. Me preocupa que otros dependen de un sustento y estamos lavando redes”.

Dios no espera que lleguemos al Él suficientes. Tú puedes abrir tu corazón con Jesús y decir los datos, las cifras, la situación que están viviendo.
Podemos ser expertos en el desahogo pero no nos podemos quedar allí.
Necesitamos llegar al punto de Pedro “…sí tú lo dices en tu palabra echare la red”.

Yo tengo una parte en el milagro y el milagro es que obedezco la instrucción a pesar de que lógicamente no me convenza.


Mi parte

Es muy importante entender esto, yo tengo una parte en el milagro y el milagro es que obedezco la instrucción a pesar de que lógicamente no me convenza porque ya lo intenté toda la noche.
Por encima de mis razones, por encima del dolor, por encima de la frustración necesito decir “echaré de nuevo la red”

¿Cuándo Dios te pide hacer algo que ya has hecho y no funciona pero
Dios te dice quiero que lo vuelvas a hacer ¿eres pronto en obedecer? O como ya tienes las cifras, los hechos, la lógica tú dices es que no funciona y ¿escaneas, filtras la instrucción de Dios?

Obediencia en lo que él nos está pidiendo por encima de tu cansancio, de lo que te dicen tus brazos, las redes vacías .Dios es el que trae los peces.



El propósito

Detrás de una noche sin pesca hay un propósito mayor. Lo más increíble es que Jesús hace el milagro no solo para suplir la necesidad de Pedro y su barca. Sabía que había dos barcas y ambas estaban vacías y hay tanta pesca que los de la otra barca tienen que gritar y decir “ayúdennos”. Tu obediencia en la instrucción de Dios, tu coraje al lanzar la red nuevamente con una actitud correcta, no solo va a traer la bendición para ti. Hay otros que van a
ser bendecidos por tu milagro.


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