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Existe una estrecha conexión entre el crecimiento personal y el crecimiento de la iglesia, abordando cómo la comprensión de la convocatoria divina, el desarrollo personal en la fe y la profundidad espiritual están interconectados.

Se enfatiza la importancia de tres conceptos clave: misión, visión y llamado.
La misión de la iglesia, basada en Mateo 28:19-20, es universal y consiste en hacer discípulos de Jesús. Todos, independientemente del contexto cultural o la ubicación geográfica de la iglesia, comparten esta misma misión.

La visión, por otro lado, es contextual y se adapta a las necesidades específicas del entorno. Es importante comprender las necesidades actuales y desarrollar una visión específica para cumplir con la misión en ese contexto.

Aquellos que seguirán creciendo en su vida espiritual en los próximos años son aquellos que tengan buenos amigos para hablar cosas espirituales.

El llamado se presenta como algo personal y único para cada individuo. Dios nos ha dotado con dones, talentos y una historia única, y cada uno tiene un propósito particular dentro de la misión más amplia de la iglesia.

Efesios 4:13 resalta el crecimiento espiritual y la madurez en Cristo como objetivos, y Colosenses 3:17, enfatiza la importancia de hacer todas las cosas en el nombre de Jesús.
No existe otra herramienta para una comprensión más profunda de Dios y conocerle mejor, que su Palabra. A través de la oración, también podemos hacer preguntas a Dios y escuchar Su voluntad en lugar de solo hacer peticiones.

También, las neurociencias nos dicen que necesitamos conexiones, relaciones cercanas y experiencias emocionales para aprender y crecer. En términos simples, nuestro crecimiento espiritual depende de tener relaciones íntimas y significativas en la iglesia. Es un ciclo donde la iglesia nos ayuda a crecer espiritualmente y, a su vez, nuestro crecimiento beneficia a la iglesia.

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