¿Por qué no hubo lugar en el mesón?

En esa noche, cuando María dio a luz a el Hijo de Dios, por primera vez fue cuando la deidad invadió a la humanidad.



Todo se remonta a ese breve versículo de las escrituras “dio a luz a su hijo primogénito y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”, si ustedes piensan que lo que van a tener es una ocasión magnífica, amigos y amigas, permítanme decirles que ni siquiera se acerca la imponente ocasión que empezó todo esto, porque esa magnífica ocasión reunió a dos mundos que nunca antes se habían entrecruzado.

En esa noche, cuando María dio a luz a su primogénito que era el Hijo de Dios, por primera vez fue cuando la deidad invadió a la humanidad.
Colosenses 1:15 dice: “él es la imagen del Dios invisible.”
Colosenses 2:9 dice: “porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad.”

Nunca antes en todos los anales de la historia Dios había visitado jamás de esta manera al hombre como para venir y nacer en carne humana y hacerse uno de nosotros. Nunca perdió su deidad, pero era Dios en carne. La noche cuando Jesús nació empezó esta celebración de la que todos gozamos en estos tiempos.

Dios que es eterno, en ese día en particular determinó que un ser eterno quedará confinado al tiempo por unos cuantos años.

Dios que es eterno, en ese día en particular determinó que un ser eterno quedará confinado al tiempo por unos cuantos años.
Es un pensamiento asombroso. La eternidad se hizo tiempo. Jesús que eternamente existe con el Padre escogió por unos cuantos años descender y quedar confinado a los límites del tiempo que nos presiona todos los días de nuestras vidas.
Jesús no empezó su existencia en Belén. Allí empezó su existencia en la humanidad.

La realeza invadió la pobreza. En ese día el Dios que había vivido en los confines ilimitados del cielo adornado en los mantos reales de la deidad para nacer como uno de nosotros en un pesebre.

¿Porque no hubo lugar en el mesón?
El Señor de la creación escogió entrar calladamente a este mundo, fue por diseño celestial que él vino al mundo no en la comodidad relativa del mesón sino en el apestoso galpón de un agricultor.

Antes de salir en su viaje final Jesús un día les dijo a sus discípulos “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.”
Jesús está preparando lugar para nosotros que no hayamos lugar para él.

Él es el imponente Salvador de Navidad. Él nos pide a nosotros que escuchamos este relato y disfrutamos de la temporada todos los años si hallaremos lugar para él.
¿Tenemos lugar para él? ¿Tenemos lugar para aquel que dejó el cielo y todo lo que eso supone para venir a ser parte de nosotros?


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